Luego me levanté y descorrí
la cortina doble, mire su silueta acostada en mi cama, fue cuando me di cuenta
que la belleza va más lejos que la
superficialidad de la apariencia de
repente mi mirada fue directamente al espejo llegando a la asquerosa marca, al
sentir esa fea zona lisa recordé todas las miradas de odio, todos y cada uno de
los susurros que escuchaba al pasar. Con tantos pensamientos retumbando en mi
cabeza, Salí a dar un paseo, necesitaba comprender porque su mirada
había sido diferente.
En ese momento ella despertó
notando que nuevamente se encontraba sola, pensando que la yo no había visto lo
maravillosa mujer que era sus lágrimas corriendo por su rostro y su corazón tan
frio como el hielo tomo un trozo de papel que había en la mesa junto a la cama escribiendo que me olvidara de ella
que yo había sido como todos los demás, se marchó con la intensión de nunca
regresar.
Cuando caminaba por parque y
sus miradas se dirigían hacia mí sentía más y más odio, pero me algo me detenía, no sabía que
era cuando a mi mente llego el recuerdo de la dulce mirada de esa mujer hay
entendí que era la persona con la que quería pasar el resto de la vida, tome
una flor que había en césped y Salí corriendo queriéndola tomar en mis brazos y
diciendo al oído que era con quien quería pasar toda la vida.
Pero cuando llegue a aquel
sitio nuevamente se encontraba solitario, salí a buscarla pero no la encontré en aquel momento recordé
que nunca le había preguntado su nombre
para buscarla en Facebook, ni cuál era su número de teléfono.
Desde entonces recorro todas
las tardes los fríos pasillos del cine donde la conocí esperando encontrarla.
Escrito por:
Johanna Patricia Huertas
Comunicación social.
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